lunes, 11 de mayo de 2009

LA ESPERA


Lóbrego rincón de la mente humana
que angustias con tu tétrica presencia.

Almas voladoras escrutando tu hospicio,
recibes, Hades, a tus huéspedes etéreos.

Inexorable desotrozo de corazones,

en ocasiones falsos, otras, oro macizo.

Arrastras tu viperina melodía por mi rostro;

me incitas, me invitas a un viaje sin retorno alguno.

Observas plácida la espera irreversible

mientras la angustia baña mi cuerpo ajado,

inseparable compañera de mi odisea vivida,

por tus entrañas voy caminando.



Oigo tu llamada, mi anhelo te espera.
Bajo el ciprés tardío,

mis ojos tornan a oscuro.

Rea imperturbable en la inmensidad de la noche,

sirena de Ulises, a ti rendida caígo.

Reina de la nada, narcótica es tu presencia.

Vientos certeros empujan mi alma,

en el sendero aguardas para cobrar mi andanza.


Epilepsia en la sala,

canción de cuna desesperada.
Redoblan por ti las campanas,
lloran por ti las ánimas.



Me acaricias con tus manos frías,

sintiendo tu presencia.
Rosa negra del Jardín del Edén,

tus espinas has clavado en mi.


Sangrante herida infinita en el ocaso,

sumergida en tus aguas profundas navego.
Naufragio despiadado,
tesoro hundido.

Temida amiga incansable,
las puertas a ti te abro.


Sueño eterno del ayer,

empújame contra tu pecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario